Mari Barbola
Mari Barbola, Maria Agustina Sarmiento, es uno de los personajes más misteriosos de una de las obras más importantes de Velázquez: “ Las Meninas” Una escena Real, considerada una de las obras maestras de la Historia del Arte.
Velázquez introduce en esta escena tierna y familiar, dos personas enanas, personas que formaban parte del servicio de la Infanta Margarita. Pero será la figura de Mari Barbola la que acapara nuestra atención, con su mirada directa desde la derecha de la escena.. La belleza y la fealdad se contraponen en una obra que tiene una intensa lectura, ya que Velázquez, además de un extraordinario virtuosismo, introduce muchos elementos alegóricos y la figura de Mari Barbola es uno de ellos. Siendo un personaje real, su aparición en una obra donde priman la candidez, belleza y ternura de la infanta y las meninas, nos da una referencia de realidad. Una realidad en la que estas personas castigadas por la naturaleza carecen de oportunidades. Pero Mari Barbola es más que una compañía o un bufón, es una persona que aunque desdichada por su aspecto físico era afortunada por estar entre la Corte de los Reyes, lo que le permitía pasar muchas horas en el estudio del artista, leyendo y aprendiendo. De hecho, una de las razones por la que Velásquez la introduce en su obra es por el inmenso cariño que le tiene. Poco más se sabe de este personaje que ha sido reinterpretado posteriormente por artistas como Picasso o Botero entre otros.
Fernando Barreira recoge esta tradición y la ha trasladado a la escultura, siendo una de sus primeras obras en esta disciplina. Para hablar de esta obra personal y reinterpretada, me remito a las ideas que Óscar Wilde expone en su obra. “ El critico como artista” :[…] para el critico, es una oportunidad para la creatividad, ya que el arte no finaliza en el artista ni el artista puede dar por finalizada la obra, ya que el significado de toda creación reside, tanto en el alma de quien mira, como en el alma de quien la forjó”.
Y así es, cuando vemos la obra de Mari Barbola, enseguida visualizamos el personaje de Velázquez, pero en este caso la fuerza que le imprime Barreira, a través de esas formas rotundas transformadas en bronce, nos da una imagen contemporánea. Sigue conservando esa presencia que nos mira directamente, sin temor, ni vergüenza, ni pena, a pesar de su aspecto. Mari Barbola, pese a su fealdad no transmite ningún sentimiento que nos haga sentir compasión. Al contrario, nos inspira un halo de misterio que nos obliga a intentar entrar en su particular universo. Un universo que cada uno crearemos a partir de nuestra más personal percepción de esta obra. Fernando, particularmente, ha hecho una escultura bella, ha convertido a Mari Barbola protagonista de su propio destino, en este caso el Museo de Ourense.
Cristina Carballedo Penelas
Historiadora de Arte.
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